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La globalización ha llegado a la Naturaleza

Invasores, aliens, guerras, lucha, exterminio. El mundo aparentemente pacífico de la biología parece haberse convertido en los últimos años en una serie de ciencia ficción. Tienen la culpa las imparables, incontrolables, especies exóticas invasoras, consideradas por la ONU como la segunda causa de pérdida de la biodiversidad en todo el mundo después del cambio climático.

Por  César-Javier Palacios

Hasta que en 1898 H. G. Wells no publicara su novela de ciencia ficción La guerra de los mundos, a nadie se le había ocurrido que los marcianos pudieran invadir el planeta Tierra. Pero cuando en 1938 Orson Welles lo convirtiera en serial radiofónico, tal posibilidad parecía ya tan real que provocó numerosas escenas de pánico en Estados Unidos.

Hoy sabemos que ni del inhóspito Marte ni de ningún otro planeta de nuestro sistema solar puede venir una amenaza alienígena. El único peligro real para el futuro del planeta somos nosotros mismos. Y las invasiones biológicas, los nuevos aliens, son de origen terrícola. Y los trasportamos masivamente de un lado para otro en aviones y barcos. Como advierten desde WWF España, “la globalización ha llegado a la naturaleza”. Y no es nada bueno.

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¿Qué es (y no es) una especie invasora?

En España, la Ley 42/2007 del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad define una especie exótica invasora (EEI) como “aquella que se introduce o establece en un ecosistema o hábitat natural o seminatural y que es un agente de cambio y amenaza para la diversidad biológica nativa, ya sea por su comportamiento invasor, o por el riesgo de contaminación genética”.

Son por lo tanto plantas, animales e incluso hongos (con los virus es más complicado su control, ya sabemos) introducidos de forma artificial, accidental o intencionada. Vienen de fuera de nuestras fronteras (naturales, que no políticas) en lugar de aparecer de forma natural, como evolutivamente había sido lo habitual en el planeta hasta que llegamos nosotros y la liamos. Porque estas especies recién llegadas consiguen adaptarse de maravilla al nuevo medio. Y lo colonizan masivamente a costa de las especies locales, las grandes perdedoras en esta batalla por la supervivencia. Las nativas, al no haber evolucionado en contacto con las foráneas, son desplazadas o, en el peor de los casos, se extinguen. Game over!

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¿Por qué son peligrosas las especies exóticas invasoras?

Hace tiempo que los científicos demostraron que las invasiones biológicas son una preocupante amenaza global para la biodiversidad, al mismo nivel que la pérdida de ecosistemas o el cambio climático. Y que suponen una grave amenaza para la salud y la economía humanas. ¿Estarán exagerando?

La mala noticia es que no, que no exageran nada. De hecho, en todas sus investigaciones destacan que esos cálculos están hechos a la baja, y que el problema real es seguramente mucho peor.

Los daños ecológicos de estas especies exóticas son brutales. Desplazan e incluso llegan a extinguir a especies autóctonas que llevaban cientos de miles de años asentadas allí. Empobrecen la biodiversidad natural hasta niveles de solar abandonado en medio de una ciudad: apenas un monótono puñado de especies, todas iguales en todo el planeta.

Algunos datos ponen los pelos de punta. Mapaches, gatos asilvestrados y visones americanos están acabando con todo bicho viviente en los espacios naturales mejor conservados de España, desde el muy raro desmán de los Pirineos a las garzas imperiales de la laguna de La Nava (Palencia) o los cormoranes moñudos de las islas Cíes, en el parque nacional de las Islas Atlánticas de Galicia. Las plantas exóticas escapadas de los jardines también la están liando parda, como ocurre en Doñana con la uña de gato, el rabo de gato en los parques naturales de Canarias o el plumero de la Pampa en las marismas de Santoña (Cantabria). La serpiente real de California directamente se está zampando a los endémicos lagartos gigantes de Gran Canaria. Y la avispa asiática o asesina avanza imparable por el norte de España a razón de 60 kilómetros al año, diezmando a las abejas y llevándose por delante a algún que otro humano.

En Europa, de acuerdo con WWFuna de cada tres especies animales está en peligro crítico de extinción por culpa de esta creciente amenaza invasora.

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Las invasiones nos salen muy caras

Convertidas en preocupantes trituradores de la vida natural, las invasiones pacíficas de las especies exóticas no lo son tanto. Su imparable expansión y efecto destructivo provocan milmillonarias pérdidas económicas: más de 1,4 billones de dólares, casi el 5% de la economía mundial, según los cálculos más conservadores. Y lo que es peor, este gasto es cada año más elevado, pues el problema va en exponencial aumento en todo el mundo.

Un artículo científico publicado en la revista NeoBiota, elaborado por las investigadoras Elena Angulo y Ana Nova, concluye que la lucha contra las especies exóticas invasoras en España supone un coste superior anual de no menos de 13 millones de euros. Pero si se suman los daños económicos que causan en la agricultura, los bosques o la sanidad, así como los costes de su control en espacios naturales y fronteras, el coste real podría ascender hasta los 28.000 millones de euros. ¡Solo para España y cada año!

Es el caso del minúsculo mejillón cebra, que atascando tuberías, canales y motores ha provocado en los últimos 10 años en España daños calculados en 1.600 millones de euros. Por no hablar del impacto en la economía turística y la salud del mosquito tigre, la maldición de la costa mediterránea y vía de entrada a Europa del peligroso virus del dengue.

Los presupuestos de control y erradicación se han disparado en los últimos años, pero no es suficiente. Se invierte contra ellas en un porcentaje infinitamente inferior al aumento exponencial de la lista de nuevas especies detectadas y su expansión incontrolada por todo el territorio nacional.

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#PA. Neumáticos Verdes.

19 de enero del 2022.
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