Por Clara Navío
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En los próximos 10 años serán retirados del servicio unos 20.000 aviones de líneas comerciales en todo el mundo. Su vida útil como tales habrá terminado y comenzará su fase de residuo.
Sí. Hasta a los aviones, por más orgullosos y majestuosos que hayan surcado los cielos y hecho kilómetros aéreos como para haber dado mil vueltas al mundo, a los 25 años, de media, les llega el momento de quedarse en tierra, jubilarse y ser un residuo.
Eso sí, un “pedazo” de residuo. Por calidad y por cantidad. Miles de kilos de materiales. Dos ejemplos: un Boeing 747 o un Airbus 340, para unos 300/400 pasajeros, pueden pesar de media entre 160.000 y 170.000 kilos. Y de ahí a bastantes kilos más o menos según los modelos y configuraciones.
En esos miles de kilos hay una enorme variedad de materiales: aluminio, acero inoxidable, fibras de carbono, neumáticos, componentes informáticos, cables, plásticos, textiles, fluidos como combustible, aceite hidráulico, aguas residuales, pantallas LCD, mercurio, etc. Unos son materiales simples, otros compuestos y otros peligrosos. Pero, ocurre que también los aviones estaban en la economía circular sin saberlo porque antes de que se acuñara el término y algunos de sus componentes ya eran muy valorados en el mercado aeronáutico y se recuperaban y reutilizaban habitualmente. Incluso también hay algunos que no tienen todavía una solución de reciclaje a su medida.
El balance actualmente está en que entre el 80 y el 85 por ciento del avión se puede recuperar para reciclaje o reutilización. Por ello, la industria de la aviación está poniendo mucho empeño en avanzar en materia de reciclaje de los aviones, para que sea seguro y responsable, además de económicamente beneficioso. Y porque, además, de un avión actualmente se puede recuperar, para reutilización o reciclaje, entre un 80 y un 90 por ciento. Conseguir que sea el 100 por 100 es el objetivo.
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Lo primero lo reutilizable (casi) tal cual
Ahora bien, lo cierto es que ese 80 por ciento da mucho de sí. Algunos de los componentes, como los motores, trenes de aterrizaje o los timones de cola, tienen mucha demanda en el mercado aeronáutico de segunda mano. Pedro Lama, gerente de la empresa aragonesa AIR (Aviation International Recycling), -la más veterana de las dos del sector que operan en España-, explica que «son lo primero que se desmonta porque los clientes quieren recuperarlos para su reutilización en otros aviones. Tienen que pasar, claro está, unos determinados controles y revisiones. En el caso de los motores, por ejemplo, se trata de una revisión exhaustiva, y muy cara, que los pone de nuevo a cero para empezar una nueva vida».
Junto a ellos estarían los frenos, los instrumentos de cabina, los equipos electrónicos e informáticos para navegación, las ruedas y las APU (Unidad Auxiliar de Potencia, en sus siglas en inglés). Para poder ser instaladas de nuevo en otro avión han de contar con el certificado Form 1, de la Agencia Europea de Seguridad. Todos esos componentes se empaquetan y embalan en cajas de madera específicas para cada uno, para su envío a donde corresponda. A esta transferencia de piezas y componentes de unos aviones a otros en el sector lo llaman canibalización.
AIR hace los desmantelamientos en remoto, es decir, «vamos a donde los clientes tienen los aviones, y hemos trabajado en diversos aeropuertos de España y otros países», desplazando equipos humanos y técnicos para, primero, extraer los componentes destinados directamente a la venta; y, segundo, preparar el resto para trasladarlo a sus instalaciones de Zaragoza y allí continuar la gestión. Desde 2003, en que empezaron en este área de negocio, han desmontado 40 aviones, alguno de ellos de hasta 400 pasajeros.
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Reutilización y reciclaje
Una vez que se ha sacado todo lo que el cliente quiere aprovechar y vender a otras compañías, «trabajamos con el resto de los componentes y los distintos materiales que quedan. La mayoría son aluminio, titanio, plásticos, textiles. Hacemos una separación previa, mediante unos procesos muy estrictos detallados en la Guía de Mejores Prácticas de Gestión de la AFRA, (la Asociación de Reciclaje de Flotas de , en sus siglas en inglés), por la que estamos certificados para realizar tanto desmantelamiento, como desguace y reciclado». Es la primera y única en Europa en obtener la triple acreditación de AFRA, la principal organización internacional que se ocupa de promocionar y desarrollar la gestión segura y sostenible de los componentes y aeronaves, e integrada por fabricantes, y empresas de reciclaje y de tecnología de la industria aeronáutica.
Con todo ello, y según la página web de AIR, resulta de lo más interesante ver la cantidad de cosas que se pueden llegar a hacer bien vía reciclaje, bien vía reutilización.
El resultado puede ser lo mismo una ventana o una lata de bebidas, a partir del aluminio, que una mesa auxiliar con una ventana o una de comedor con un ala de un avión. Pero también se puede hacer una cabina para formación de ATPs, (auxiliares de cabina de pasajeros), o un simulador tras cortar y acondicionar una parte de la estructura de la cabina según los requerimientos de los clientes. AIR incluso dispone de material para alquilar para rodajes de películas o anuncios.
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Útiles en otros mercados
«Esa es una parte de nuestro modelo de negocio. Esos componentes de un avión no se pueden volver a instalar en otro, está prohibido, pero pueden ser útiles en otros mercados. Nosotros los desmontamos y extraemos y separamos todo lo que se puede reciclar, como el aluminio, el acero inoxidable, el cobre, etc. Los textiles y los rellenos de asientos, por ejemplo, se venden a gestores y recicladores especializados, igual que los plásticos. Aparte, se gestionan los materiales peligrosos y al final se destruyen los que ya no tienen más posibilidades. Todo tiene que llevar sus certificados correspondientes».
Claro que, también se encuentran usos y aplicaciones más inesperadas, como el del apasionado de la aeronáutica que se hizo su casa con un avión, demostrando que lo de la reutilización viene de lejos, o diseños como los de la empresa británica Aerotiques, la francesa Aero-Design, los productos que salen de las plataformas de upcycling creadas por Airbus o Lufthansa, entre otras, o la enorme recopilación de recogida en pinterest y la alcanzada por los diseñadores Paul Firbank, Max McMurdo y Harry Dwyer, reunidos para tratar de reutilizar todas las piezas de un Airbus A320 y convertirlas en cosas útiles para y de donde salieron desde camas para perros, a revisteros, pasando por un bicitaxi o un juego de desayuno.
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El 15 por ciento que falta
El ecodiseño de los aviones hasta ahora se ha centrado sobre todo en conseguir que sean más aerodinámicas y ligeros, optimizando el peso de las piezas, para reducir el consumo de combustibles. Por ello se han desarrollado materiales nuevos, «como la fibra de carbono, y que están evolucionando muchísimo y ya el 70 por ciento de una aeronave la integran materiales compuestos, frente a los antiguos que tienen mucho más componentes de metal», explica Lama. Pero, se da la paradoja de que los mismos materiales que permiten reducir el impacto ambiental de la aviación comercial en forma de emisiones y su correspondiente contribución al cambio climático, precisamente son los que dificultan la total reciclabilidad de las aeronaves, porque «aun no se sabe cómo reciclarlos. Y eso es lo que faltaría para poder cubrir ese 15 o 20 por ciento restante para poder reciclarlo por completo. Hay muchos proyectos de investigación, en los que nosotros participamos, para avanzar en ese ámbito».
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#PA. Neumáticos en verde.
28 de mayo de 2022.