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Sin planeta B, pero si planes para el A

Por Ana Herrero

Plenamente instalados en la Década de la Acción, en este 2022 nos encontramos ante el reto de articular la mejor de las transiciones posibles hacia un escenario asentado en un doble mandato. Por un lado, hemos de limitar el aumento de temperatura en 1,5°C para final de siglo -con el reto de que actualmente nos encontramos ya en el 1,2°C- para lo cual es clave garantizar el Net Zero para 2050. Por otro, urge frenar la pérdida de naturaleza, con el objetivo de ser Net Positive en 2030 y, ojalá, alcanzar una recuperación total para 2050.

Y este punto de partida no es negociable ni permite retrocesos. Ya no. Es nuestra obligación y responsabilidad.

Para hablar de las tendencias ambientales que nos acompañarán durante este año hemos elegido el concepto Planeta A, ¿y por qué hablamos de Planeta A? Porque no tenemos un planeta B. No existe, al menos de momento, un lugar alternativo en el que podamos asentarnos, pero no solo eso, sino que, además, mantener nuestra calidad de vida pasa necesariamente por contar con un planeta sano. La naturaleza, y los recursos y servicios que nos provee, son el sustento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y es fundamental para la consecución de 14 de los 17 ODS. Es más, estudios recientes sugieren que necesitamos un stock de capital natural entre un 30-83% superior al actual para poder conseguirlos1 y que, si retrasamos la acción sobre la biodiversidad por una década, los costes de estabilizar su pérdida se duplican y la posibilidad de mantener niveles de biodiversidad similares a los que disfrutamos hoy, desaparece. Por tanto, necesitamos evolucionar la manera en la que relacionamos economía y planeta, y así poder responder con la ambición y acción necesaria para estar a la altura del reto que tenemos por delante.

Por su parte, el fracaso de la acción climática constituye la amenaza más crítica para el mundo a medio y largo plazo, según el Informe de Riesgos 2022 del World Economic Forum, y asistimos con preocupación a la hora simbólica marcada en el Doomsday Clock, que este año nos ubica a 100 segundos de la hora en la que destruiríamos el planeta debido a tecnologías peligrosas de nuestra propia creación, entre las que el cambio climático se ubica junto con las armas nucleares, como las principales.

Y en estas circunstancias, la transición en la que estamos inmersos, ha sido catalogada como desordenada. Su importancia, complejidad y nivel de urgencia resultan en una toma de decisiones atropellada marcada por las desconexiones entre gobiernos, empresas y ciudadanos respecto a los compromisos políticos, los incentivos financieros, las regulaciones y las necesidades inmediatas. Y esto inevitablemente desemboca, no solo en distintos ritmos de avance (entre países o sectores), sino en la acentuación de las desigualdades, la aparición de barreras en la cooperación y problemas en las cadenas de suministro y la generación de nuevos riesgos e impactos negativos, que a medio plazo será necesario gestionar.

Es por esto que, desde Forética hemos querido poner el foco para este 2022, en tres tendencias que determinarán la agenda empresarial e invitan a aumentar la ambición, acción y alianzas de la agenda empresarial: el impacto de una transición (des)ordenada, haciendo un pleno en Net Zero y el poder de la naturaleza.

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Transición (des)ordenada

Será fundamental, además de no precipitarse en las decisiones, avanzar de manera rigurosa y consistente en la transición energética que inevitablemente acompaña a esta transición climática. En este sentido estamos asistiendo a avances y buenas noticias como el determinado abandono del carbón2 o el impulso y consolidación de las energías renovables -habiendo cumplido desde la UE con los objetivos que teníamos de cuota de renovables sobre el consumo total de energía para 2020 y, también,a importantes y críticos debates en lo que respecta a las alternativas energéticas para conseguir el cumplimiento de los objetivos climáticos -como es el caso de la consideración del gas y la energía nuclear dentro de la Taxonomía Europea3.

Además, la incorporación ciertos asuntos en el alcance del planteamiento jugará un papel clave: aumentar el esfuerzo inversor y el foco de trabajo en adaptación, la implicación y consideración de los ciudadanos como parte de la transformación -tanto como agentes de cambio tanto desde sus acciones como desde sus demandas crecientes de un mayor compromiso y transparencia- y la perspectiva de crecimiento y creación de empleo y reconversión de las industrias, a través del re-skilling en el sector de las energías renovables, por ejemplo, en el que se estima un total de 40 millones de puestos de trabajo creados para 20504.

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Pleno en Net Zero

En los últimos meses hemos asistido a una verdadera avalancha de conceptos para hablar de la descarbonización de la economía, que no siempre han sido utilizados con el rigor y conocimiento suficiente, generando confusión a un entorno ya de por sí complejo. Y, como respuesta, es fundamental el ajuste y comprensión de las reglas del juego y las expectativas de las partes implicadas. El abordaje pleno del enfoque Net Zero implica tener presente, además de las metodologías recomendadas desde la ciencia, ciertos asuntos: para el cálculo de la huella y las estrategias de reducción no solo se considera el CO2, sino que otros gases de efecto invernadero (GEI) como el metano, juegan un papel fundamental (así lo han evidenciado los más de 100 países firmantes del Global Methane Pledge); la medición y gestión de las emisiones de la cadena de suministro, aguas arriba y aguas abajo (scope 3) será clave para conseguir la descarbonización, presentando en promedio un ratio de 1 a 4 -1 tonelada de CO2 emitida en scope 1 frente a 4 en scope 2 y 35; la diferenciación y correcta aplicación de las acciones de neutralización y compensación como alternativas para las emisiones que no se pueden eliminar; y, por último, la transformación del modelo de negocio hacia modelos más circulares, que facilitan de manera natural desacoplar el crecimiento económico del consumo de recursos y generación de residuos, actuando directamente sobre las emisiones de GEI y el cambio climático. Así queda marcado en el contexto en el que el 70% de todas las emisiones globales de GEI están relacionadas con el manejo y uso de materiales y en el que reducir la extracción y uso de materias primas en un 28% permitiría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 39%, ubicándonos en la senda del 1,5ºC6.

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El poder de la naturaleza

Para colocar la naturaleza en el centro y cumplir con esos objetivos innegociables, se está trabajando desde distintos ámbitos en el desarrollo de marcos que orienten sobre cómo medir y monitorizar los asuntos de biodiversidad para entender también, por ejemplo, su impacto desde el punto de vista financiero y de riesgos, como plantea el TaskForce for Natural-related Financial Disclosure. Estos avances nos permitirán, además, cambiar el enfoque de las estrategias de inversión en naturaleza, evolucionando desde un enfoque más apalancado en actividades de conservación -más reactivas en ocasiones- hacia la identificación y análisis de la causa raíz del problema, poniendo el foco en cómo la economía puede mejorar la utilización de los recursos. Y, por supuesto, no perder de vista el impacto de la naturaleza en la salud humana y la toma de conciencia y cambio de patrones para que no se pongan en jaque los cimientos de nuestro estado de bienestar.

Acciones para el Planeta A

Con el objetivo de proteger nuestro planeta A y alejarlo de ese punto de no retorno, las empresas y organizaciones han de asumir este año 2022 de manera determinada los compromisos de:

  • Analizar y contribuir a una transición ordenada
  • Aterrizar e integrar de manera rigurosa los compromisos Net Zero en todo su alcance e implicación.
  • Ampliar el enfoque de transformación hacia un modelo integrador y circular, de modo que podamos generar entornos neutros (o positivos) en lo que respecta al clima y a la naturaleza.
  • Asumir que la economía y el desarrollo necesitan a la naturaleza y no al revés, como clave para establecer relaciones más sanas y sostenibles entre ambos.

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#PA. EFE.

12 de enero del 2022.
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