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Conocé Mihoba, el fertilizante y fungicida natural para impulsar cosechas saludables

Expertos de la Biofábrica Misiones presentan un innovador producto obtenido de manera natural, con doble función como fertilizante y antifúngico. El avance promete fortalecer cultivos y controlar enfermedades sin recurrir a químicos, marcando un hito en la agricultura sostenible.

Mihoba (Misiones Hongos y Bacterias) es un bioinsumo único, extraído de forma natural, que desempeña dos roles fundamentales en el crecimiento y la protección de las plantas. La combinación de sus propiedades como fertilizante y fungicida está destinada a redefinir la manera en que se aborda la producción de alimentos. Es a su vez, el primer producto registrado ante SENASA en Misiones por un organismo provincial, como lo es la Biofábrica.

En el escenario agrícola provincia, la ingeniera Química Carina Buttner contó a Silicon Misiones TV el trabajo que realiza junto a su equipo respecto al proyecto transformador que trae consigo un enfoque renovado para el cuidado de los cultivos.

La investigación se centró en un hongo nativo, reconocido en la región por su capacidad de adaptación y propagación. Los científicos lograron manipular su comportamiento para que cumpla una doble función. Por un lado, actúa como un potente fertilizante, mejorando la absorción de nutrientes del suelo y fomentando el desarrollo vigoroso de las plantas.

Por otro lado, se convierte en un agente antifúngico eficaz, capaz de combatir patógenos responsables de enfermedades vegetales. Durante rigurosos ensayos de laboratorio, se comprobó que el hongo modificado, conocido como Trichoderma Asperiloide, presenta una asombrosa habilidad para neutralizar patógenos, lo que tiene un impacto importante en la reducción del uso de pesticidas químicos y fungicidas.

Este avance no solo se fundamenta en el desarrollo biotecnológico, sino también en un proceso de investigación meticuloso y exhaustivo. Desde la optimización de la formulación hasta la evaluación de diversos factores ambientales, como humedad y exposición a la luz, cada etapa se diseñó para maximizar la eficacia del bioinsumo. La fase de secado, crucial para preservar la viabilidad de las esporas, y la selección de materiales de envasado que mantienen la efectividad a lo largo del tiempo, completan el proceso de desarrollo.

Un aspecto esencial para llevar este proyecto a la realidad ha sido el respaldo financiero de la Agencia Misionera de Innovación. Gracias a esta inversión estratégica, los investigadores pudieron escalar la producción del laboratorio a una escala que permitirá que el bioinsumo esté al alcance de agricultores misioneros y productores a gran escala. Este hito no solo impulsa la producción de alimentos más saludables, sino que también marca un paso significativo hacia una agricultura más amigable con el medio ambiente.

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