♣
El Parque Provincial Esmeralda está en el corazón de la Reserva de Biosfera Yabotí. Tiene 31.619 hectáreas y para llegar a él hay que viajar unos 55 kilómetros desde San Pedro. No recibe visitantes, solo investigadores. Es el más aislado de todos. En ese espacio de difícil acceso, los guardaparques llevan adelante una intensa tarea para frenar los embates de los cazadores furtivos, que acechan tanto del lado argentino como del brasileño.
Los agentes del Ministerio de Ecología que trabajan en el lugar tienen el privilegio de estar en presencia ante paisajes únicos y la compañía de animales como tapires, pecaríes, venados y pumas. Son ellos, precisamente, las presas que buscan los depredadores humanos.
El guardaparque Gabriel Ibarra tiene 18 años de experiencia en la profesión. Lleva 15 en Esmeralda. Este eldoradense de Puerto Pinares, apasionado de la naturaleza, conoce como nadie esta ANP en forma de triángulo, que alberga la Estación Biológica Marcio Ayres, que le debe el nombre a uno de los científicos brasileños más respetados por su defensa de la conservación de la Biosfera. “Este lugar no es para cualquiera, te tiene que gustar. Los vecinos más cercanos son una comunidad aborigen, que está a 12 kilómetros, y un colono, a 25km. De todos los parques, es el más aislado. Básicamente realizamos trabajos de vigilancia y de mantenimiento”, resumió.
Ibarra confió que el secreto es estar siempre activo, ocupado. Y precisamente en Esmeralda hay mucha actividad. “Hace un par de años venimos trabajando senderos vehiculares. Tenemos casi 40 kilómetros, que nos agilizan llegar a puntos de caza furtiva. No llegan visitantes. En todo el tiempo que llevo aquí sólo recuerdo la visita de tres colonos llegados en moto y un grupo de turistas santafesinos que arribó al lugar por error. Sí visitan el parque investigadores, una o dos veces al año”, describió.
Para llegar a Esmeralda, hay que pasar San Pedro pueblo. A la altura de Gramado, se toma la ruta provincial 27, hasta Colonia Siete Estrellas. Desde allí el recorrido se hace por la provincial 16 (terrada) hasta paraje San Juan. Luego, hay que dirigirse a Picada Unión, donde se ingresa ya a la Biosfera Yabotí. Allí el viaje continúa por propiedades privadas hasta llegar finalmente al parque provincial. “Hacemos guardias de una semana. Hay mucha presión de caza. Desde el sector Oeste del ANP son los argentinos, y desde el Este, en la zona del Yabotí Miní, de brasileños. En cada patrulla, confirmamos la presencia de furtivos, pues hallamos campamentos, cebaderos y sobrados. O directamente sorprendemos a los cazadores”, ilustró Ibarra, quien añadió que en el caso de los depredadores foráneos, hacen 30 o 35 kilómetros después de cruzar el Pepirí Guazú, a caballo o en motos. Los argentinos, en tanto, llegan por la ruta provincial 21. Suelen disimular sus rastros. Nosotros llegamos hasta ellos por los senderos vehiculares o en kayak por los arroyos”.
Ibarra lamentó el componente cultural que ancla la caza en la región. “Sabemos que casi todo el tiempo hay gente en el monte. Y no se trata de personas que cazan o pescan por necesidad. Hemos tenido casos de pudientes, locales o brasileños, a los que sorprendimos dañando nuestra rica biodiversidad”, comentó.
“Somos conscientes del entorno selvático que nos rodea, por eso digo que este lugar te tiene que gustar. El hecho de estar aislados siempre fue la cuestión más compleja. Hasta hace poco sólo podíamos contactarnos por radio. Sin embargo, desde hace algunos meses tenemos conectividad. Internet nos cambió la vida. Ahora al menos sabemos qué sucede en el mundo exterior”, añadió Ibarra.
A dos horas y media de San Pedro, Esmeralda es un paraíso, una joya a la que el grupo de guardaparques cuida con esmero.